Se hacía pasar por un abogado para apoderarse de las propiedades de sus clientes y luego matarlos.
Según su partida de bautismo, Buenaventura Nepomuceno Matallana nació en agosto de 1891 en Chiquinquirá, Boyacá. Nunca se supo quién fue su padre. De su madre se conoce que era una adolescente de Caldas, un pueblo conservador ubicado en el mismo departamento. Pero él se preocupó muy bien por negar su origen de ‘hijo ilegítimo’. Cuando llegó a Bogotá, utilizó como recurso duplicar su apellido: Matallana Matallana. Por tal razón, la prensa lo llamaría en un principio ‘Doctor Mata Mata’.(Imágenes: Matallana, el asesino en serie que atemorizó a la sociedad bogotana)
En sus inicios, en nada se parecía a Enrique Carriazo, quien interpreta a este personaje en la telenovela ‘Doctor Mata’, transmitida en el canal RCN. No pasaba de ser un vulgar ladrón de viajeros en medio de parajes cercanos a su tierra natal.
Al poco tiempo su ambición lo llevó a cometer los primeros asesinatos. Junto a su banda de delincuentes intentó robar el templo de Caldas (Boyacá) durante un Viernes Santo. Algunos feligreses armados se le enfrentaron y la balacera terminó en dos muertos. Pese a que hubo testigos, Matallana logró burlar la justicia y salirse con la suya, como lo relata el antropólogo e historiador Esteban Cruz Niño en su libro ‘Los monstruos en Colombia sí existen’, que recopila las aberraciones de los más horribles psicópatas de la historia del país.
‘Modus operandi’
Matallana no se parece en lo absoluto a famosos asesinos en serie colombianos, como Luis Alfredo Garavito o Manuel Octavio Bermúdez ‘el monstruo de los cañaduzales’, quienes tenían una apariencia pobre, cambiaban constantemente sus lugares de residencia y además involucraban actos sexuales en sus crímenes. El doctor Mata actuaba movido por el dinero y su ambición. Le interesaba ascender socialmente y ganarse un lugar en la Bogotá de primera mitad del siglo pasado, llena de apellidos de renombre y familias tradicionales.
“El doctor Mata fue un personaje que quedó grabado en la mente de muchas generaciones de bogotanos. Tenía un aspecto que no tienen la mayoría de criminales. Él logró llegar hasta la élite de la Bogotá de los 40, una sociedad bastante desigual en la que se valoraban los apellidos, las dinastías y los llamados delfines de la política. No muy diferente a la situación actual”, afirma Esteban Cruz.
Encantador, con un ramillete de amantes, supuesto abogado, codicioso y gran estafador. Así era este asesino en serie que se inventó un diploma de Derecho de la Universidad Republicana, fechado después de que esta ya había sido clausurada.
“Recuerdo que era muy niña cuando mi papá hablaba del caso del doctor Mata. Él siempre decía que era un abogado muy temido que desaparecía a las personas y enamoraba a las viudas. Eran los años cuarenta”, afirma Blanca Cecilia Güiza, de 74 años, una habitante de la Bogotá de la época.
El método de Matallana fue muy sencillo: montó un despacho en el centro de Bogotá, se hacía pasar por un gran abogado que almorzaba con jueces y personas de la alta sociedad, y atraía a clientes con características específicas: “adinerados, con pocos lazos familiares y que fueran fácilmente manipulables debido a las circunstancias, como infieles, homosexuales o contrabandistas”, relata Cruz Niño.
Después de ayudar a sus clientes con los problemas legales que cargaban, estos desaparecían misteriosamente. Este falso abogado llevaba a sus víctimas a lugares solitarios con el fin de que le firmaran documentos, que luego lo mostrarían como amo y señor de las riquezas obtenidas a punta de golpes y torturas. Después de sus actos criminales, el doctor Mata se dedicaba a engañar a los familiares de los desaparecidos con falsas cartas que buscaban tranquilizarlos. No desaprovechaba oportunidad alguna para obtener más dinero y propiedades.
“Matallana era un tipo que establecía relaciones de afecto con las familias de las víctimas. Les entregaba dinero para el mantenimiento y cartas inventadas por él mismo. Él se preocupaba por ir cortando los lazos afectuosos entre los parientes y la víctima de una forma dulce y sutil. Se convertía en una especie de benefactor”, cuenta Nubia Barreto, libretista de la telenovela ‘Doctor Mata’, quien se dedicó por meses a estudiar al asesino a través de los reportes de prensa de la época. Para Enrique Carriazo, “la contradicción entre asesino y ser bondadoso le permitía a Matallana cometer sus delitos, pues generaba confusión en sus víctimas”. (Lea también: El 'Doctor Mata' que construyó Enrique Carriazo)
De una treintena de víctimas mortales, a Matallana solo le probaron el asesinato de Alfredo Forero Vanegas: el mismo que aparece en la telenovela. Mercedes López, una joven de la que se enamoró, no se conformó con la mentira de que su gran amor la abandonara, se dedicó a encarar al asesino y a pedir ayuda a las autoridades. Gracias a su insistencia, cayó un cómplice que confesó el crimen. “Me pareció muy interesante que esta mujer no se dejara amilanar pese a que las autoridades no le paraban bolas. Finalmente, aunque tenía ruana, tuvo acceso a la justicia”, indica Barreto.
Su juicio no solo fue importante en la capital de Colombia, su caso generó titulares en periódicos nacionales e internacionales. “El juzgado tuvo que trasladarse a un teatro, para que allí los asistentes pudieran apreciar las audiencias. Matallana tenía un gran conocimiento del Derecho que había adquirido sin estudiar, simplemente mirando, imitando y leyendo libros, con lo cual embolató a la sociedad colombiana. Estudiantes y abogados de la época se sentaron y vieron al asesino hacer su show frente a todos”, cuenta Esteban Cruz.
Nepomuceno Matallana trasladó su despacho a la cárcel, se rodeó de libros y desde ahí mismo asesoraba a sus compañeros de reclusión en sus respectivos casos. También salió de la cárcel en dos oportunidades. La primera fue durante el ‘bogotazo’, ocasión en la que fue recapturado de inmediato. La segunda vez se escapó, burló todos los anillos de seguridad de la cárcel Modelo, y a los pocos días fue detenido nuevamente en la región de Pasca, Cundinamarca.
El 25 de enero de 1960, el temible abogado asesino murió a los 69 años de un infarto fulminante. Con Matallana se fue el temor que vivió la sociedad del momento por causa de un criminal que no solo se infiltró en reconocidos clubes, restaurantes y hoteles, sino en las chequeras y propiedades de la élite bogotana. El ‘doctor Mata’ nunca confesó sus crímenes, y la ubicación de los cuerpos de sus víctimas se fue con él a la tumba.
Por: Laura Roble Muñoz
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